¡Hola! Mi nombre es Ana y soy la mamá de Marianne y Paulina. El Semillero me invitó a contarles nuestra experiencia haciendo una huerta casera ésta cuarentena. Ha sido un proyecto lindísimo que nos ha tenido muy motivados a todos en la familia en estos momentos difíciles que afronta nuestro país.
A principios de mayo de éste año se me ocurrió sembrar un frijol con mis hijas. Me acordé cuando era niña y en la escuela nos ponían a hacer este experimento tan lindo. Así que pusimos el frijol en un frasco de vidrio y vimos como rápidamente creció. Mis hijas de 4 años estaban fascinadas viendo la evolución. Fue ahí cuando me surgió la idea de hacer una huerta en la casa. Enseguida me puse en contacto con El Semillero y ellos me asesoraron muy bien. Les indiqué que quería cultivar vegetales (para motivar a mis hijas a comer más verde que tanto me cuesta) y alguna flor. Ellos me recomendaron sembrar vainicas, lechuga, culantro y girasoles ya que germinan rápidamente. Me enviaron a mi casa los materiales (ahora tienen una tienda en línea www.elsemillerocr.com y hacen envíos a todo el país) y nos pusimos a trabajar.
Primero llenamos las bandejas con la tierra abonada y luego sembramos las semillas. Con mucho cuidado mis hijas fueron cada una sembrado su propia bandeja. Fue un gran trabajo de motora fina no estripar las semillas ni hundirlas mucho. ¡Hicieron un excelente trabajo! Luego regaron las bandejas usando un atomizador con agua. El atomizador es clave para no ahogar ni hundir las semillas. Dejamos las bandejas listas bajo un techo de vidrio pero al aire libre. De ésta manera no les iba a caer la lluvia y barrer las semillas pero si iban a recibir buen sol. Todos los días iban temprano a revisar sus semillas y regarlas con el atomizador. A los pocos días comenzaron a germinar. ¡La carita de emoción era enorme! Las primeras en germinar fueron las lechugas seguidas de las vainicas. Éstas últimas crecen a un ritmo veloz. Ahora salían aún más motivadas a revisar y regar sus bandejas.
Lo que no contábamos era con visitas de animales. Un día amanecieron las bandejas escarbadas, tierra y plantitas regadas en el suelo. No supimos si fue un perro o un mapache (son frecuentes donde vivimos) el que anduvo escarbando las bandejas. Enseguida nos pusimos a buscarle un nuevo hogar a las bandejas donde recibieran buen sol, no les pegara lluvia directa y no llegaran los animales. Las pusimos en el balcón del segundo piso. Esto fue una motivación aún mayor para las chicas porque ya tenían sus bandejas más a la mano y podían salir con más frecuencia a ver sus plantas. Ya llevábamos unos 10 días de haberlas sembrado y ya todas habían germinado (unas más grandes que otras).
Tres semanas después de la siembra llegó el momento de trasplantarlas. Nosotras no teníamos mucho espacio para colocar cajones de madera por lo que las pasamos a macetas individuales. Las chicas llenaron las macetas con tierra y aprendieron a hacer los huequitos en la tierra para colocar luego cada almácigo. Ellas solitas los sacaron de la bandeja y los trasplantaron a las macetas. En el proceso se quebraron algunos tallos, otros los jalaron muy duro y les despegaron las raíces. Otras estaban muy húmedas ya que las habían regaron antes del trasplante. Éstas se desboronaron y costó mucho trasplantarlas. Pero fue un gran aprendizaje para todas: se deben sacar suavemente, no apretar muy duro el tallo y no regarlas el día del trasplante para que la tierra esté más firme y seca.
En El Semillero nos habían indicado que luego del trasplante era muy importante fertilizar y regar abundantemente. El trasplante nos tomó más tiempo del que imaginamos (las chicas se encargaron de hacer todo el proceso solas) y nos agarró la noche. Las regamos y al día siguiente las fertilizamos. Me recomendaron utilizar el abono de lenta liberación por su practicidad. Uno lo aplica y él va liberando nutrientes lentamente durante aproximadamente dos meses. Me pareció una idea genial para desentendernos de la abonada de las plantas. También me recomendaron utilizar un fertilizante alto en fósforo para estimular el crecimiento de raíces que es tan importante en éste momento. Utilizamos el Happy Plant Lenta Liberación 12-24-12. Una vez más, la abonada fue un gran trabajo de motora fina ya que es importante colocar el abono alrededor pero sin tocar la planta ya que la puede quemar. Este paso de “darle comidita” a las plantas les encantó. Luego las regaron de manera abundante y las colocamos devuelta en el mueble del balcón. El trasplante y fertilizante les cayó excelente a las plantas y comenzaron a crecer de manera veloz.
Dos semanas después las vainicas comenzaron a echar una flor morada. Esto les encantó, jamás se imaginaron que los vegetales pudieran tener flores. Rápidamente comenzaron a salir las vainicas. Las vainicas tardaron seis semanas desde la siembra en crecer unos 4 cm. El culantro tardó como 4 semanas en salirle las primeras hojitas de culantro ya grandecitas. Las lechugas germinaron rápidamente pero su crecimiento ha sido más lento. Los girasoles han sido los más lentos, solamente hay tallos altos y hojas; aún esperamos las flores.
Dos meses exactos después de la siembra llegó el día de cosechar las primeras vainicas. Estaban lindísimas, enormes y muy verdes. Cada una sacó varias vainicas listas y luego llegó la mejor parte: prepararlas y comerlas. Nos fuimos a la cocina y las lavaron bien, les cortaron las puntas y luego me vieron cocinarles las vainicas. Se comieron las vainicas con la mayor ilusión y felicidad pero sobre todo satisfacción de ver cómo después de dos meses de cuidarlas y chinearlas sus semillas les habían dado comida deliciosa.
Aún tenemos mucho camino por recorrer. Vienen muchísimas vainicas que calculo estarán listas en unas dos semanas más o menos. El culantro sabe delicioso y va creciendo con mucha fuerza. Las lechugas a pesar de ser más lentas van creciendo muy sanitas y tupidas. Los girasoles están altísimos y las chicas ilusionadísimas esperando ver la primera flor nacer.
Ha sido una experiencia familiar preciosa que nos ha dejado a todos un montón de aprendizajes:
La paciencia: mis hijas son un poco impacientes y ésta huerta ha sido el mayor ejercicio de paciencia. Al inicio estaban desesperadas porque pensaban que de las semillas iban a salir los cultivos ya listos. Jamás se imaginaban todo el proceso que conlleva producir los alimentos. Aprendieron la gran recompensa que tiene la paciencia.
Ciclo de la vida: una gran enseñanza ha sido sobre el ciclo de la vida y las etapas de las plantas. Ver cómo una semilla en pocos días germina y luego ir viendo como las plantas van creciendo y cambiando. Creo que lo que más han disfrutado ha sido ver flores en las vainicas.
Cuidado de las plantas: han aprendido muchísimo sobre el cuidado de las plantas y la importancia del agua y el fertilizante (o comidita como dicen ellas).
Espacio: yo tenía la idea que se necesitaba mucho espacio en el jardín para hacer una huerta pero comprobamos que no se necesita mucho espacio, solamente saber aprovecharlo bien. Jamás me imagine que un balcón iba a cultivar vainicas, lechugas y culantro. Tampoco se necesitan estructuras ni muebles sofisticados. Yo coloqué un mueble de repisas que tenía y una mesa plegable.
Ha sido un proyecto hermoso para hacer ahora que pasamos en la casa todo el día. Es una gran ilusión ver cómo va creciendo día a día. Ya que nos fue tan bien con ésta primera siembra, compré más sobres para ampliar los cultivos. Ahora vamos a sembrar apio, cebollino, rúcula y tomate cherry. Más adelante les contaré cómo nos va en ésta segunda etapa. También les contaré cómo se desarrollan las lechugas y los girasoles.
Todo lo que necesitan para iniciar una huerta en casa lo pueden conseguir en El Semillero, tanto en las dos tiendas como en su tienda virtual. Este mes tienen un descuento del 10% en todos los sobres de semillas. Hay más de 50 variedades de dónde escoger (me costó mucho decidirme ya que no tengo tanto espacio como para tener 50 cultivos diferentes jaja). Si tienen dudas o necesitan una guía no duden en contactarlos; son expertos en el tema.
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